jueves, 29 de mayo de 2008

Otro final es posible

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L'INVENT


El francès Camile Soutien, sastre i biòleg aficionat, es trobava una tarda a casa seva fent experiments amb pugons de Pernambuco. A la lent del microscopi va observar la tècnica d’aquests animalons per “munyir” les formigues. Heus ací el que anotà al seu diari, el 18 d’agost de 1786 <<... El pugó mascle, de panxa enlaire, amb un ull obert i l’altre clos, espera al terra, fent-se el mort, el pas d’una formiga pituda. Quan aquesta es situa a sobre, l’animaló fa un bot, arrapant-se amb força al seu ventre, i infla les dues galtes extraordinàriament, introduint-hi una mamella a cada una. Tot seguit estira les seves orelles elàstiques fins a unir-les en un llaç, al llom de la formiga. Amb aquest gest elimina amb eficàcia el risc de moviment pendular de la teta, que originaria una pèrdua substancial de llet...>>Dies després, la tècnica del pugó inspiraria al bon sastre a l’hora de crear una peça de llenceria femenina del tot indispensable avui dia: El sostenidor.


DIAGNÓSTICO
El Doctor House permanece de pie, chupando un caramelo, frente a la cama de hospital donde reposa el cuerpo del Conde Drácula. Suena una musiquilla de fondo. House se saca el caramelo de la boca con el pulgar y el corazón de su mano izquierda. Mira inquisitivamente entorno al corro de doctores: -¿Y bien?
Los adjuntos segundones entornan sus ojillos, se llevan la mano a la barbilla y revisan el historial del paciente. Enseguida diagnostican:

- Puede ser mononucleosis postbiliar- dice un médico negrito de quien nadie recuerda el nombre.
- Sí, y los broncoespasmos le vienen de los Montecristo que se fuma -aspeta House, apoyándose con aplomo en su bastón.

- Entonces, enfermedad de Clovis-cul-jopkings- resuelve una jovencísima doctora.

- Eso explicaría la fotofobia pero no la ansiedad canina -contesta el negrito, que viene de presentar -por decimoquinta vez este mes- la renuncia de su puesto a la directora del hospital.
House lo mira por encima, hace una mueca con la nariz y se lleva de vuelta el caramelo a su boca mientras se limpia los dedos en la sábana del paciente.

- Hacedle una biopsia de la médula espinal y administrarle 100 mll de Eucatonotinol por via parental.

- Pero House- protesta la directora del hospital mientras le entrega el finiquito al doctor negro-, podría morir. Todavía no sabemos si es una infección o si es algo genético.

- Mira, bonita- le aspeta el cojo doctor -, si es una infección se curará y si no lo es...Bueno, pues si no lo es no pasa nada, porque a este hombre le han pegado ya nueve tiros y le han clavado una palanca en el estómago repetidas veces sin que se inmute. No te preocupes, aguantará.

Mientras decía esto, House pensaba: "¡Jo, qué pechos!"Después de veinte minutos de tratamiento, el Conde Drácula abre los ojos y se incorpora con un salto de su lecho con una sonrisa agradabilísima y con unas ganas tremendas de salir a la calle a hacer futting y darle besitos en la frente a todas las abuelas que encuentre.

Todos los doctores están maravillados. Se miran unos a otros como quien mira un cachorro de perro salchicha que bosteza y dicen a coro: "El doctor House tenía razón".

Después de casi quinientos años alimentándose fatal, llevando una vida sedentaria y con el sueño algo cambiado, el Conde Drácula vió de nuevo la luz del sol mientras se comía una zanahoria. Desde que le dieron el alta se pasaba cada día más de catorce horas en bañador, estirado en la azotea de su casa como una lasca de bacon. Murió poco después, en Las Vegas, de un cáncer de piel. Pero fue feliz; se casó, tuvo dos hijos -una niña y un niño- y se hizo Testigo de Jehová.


CON EL FRESQUITO QUE HACE AQUÍ FUERA

Al salir a la terraza y ver la rugiente turba, Poncio se estremeció. Apoyó sus manos en la balaustrada, miró al reo y le mandó que se acercase al pie de las escaleras.

-Que te vea bien el pueblo.

Entonces, el procurador de la Judea, que hacía esfuerzos por elevar su voz por encima del griterió de la gente que se agolpaba en la plaza, les gritó en rústico arameo:

- ¿A quién queréis que dé la libertad?


El pueblo, después de dudar un segundo, gritó:

- A Jesús, suelta a Jesús de Nazaret y crucifica a Barrabás".

Y así lo mandó hacer Pilatos mientras se echaba por los hombros una piel de cabritillo.



lunes, 26 de mayo de 2008

Agesandros

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¡Por Hércules, qué perfectísimos habían sido los brazos de la muchacha! La piel que los recubría parecía posarse sobre los músculos, apenas insinuados, bajo una capa de aterciopelada lividez; las venas, que surcaban angulosas sus antebrazos al igual que lentos y delicados ríos de leche, tenían el nacimiento en lo dramático de las muñecas, duras pero flexibles, capaces sólo de soportar la justa y calculada fuerza de la carne, torneada dos veces, brillante y diáfana como cabezas de alfil.

No, no es posible describir con adjetivos, ni con nombres, ni siquiera Aristóteles podría hallar el verbo que recordara vagamente la aúrea fuerza que emanaban aquellas extremidades superiores.

Una vez puesto en conocimiento del Gobierno de Atenas, este resolvió que se retuviese a la muchacha y se consultase al Oráculo para saber qué pretendían los dioses con aquel regalo. "Que Agesandros de Melos copie la belleza viva en mármol de Paros; después, un extrangero la amputará del modelo vivo y presentará ofrenda de su carne en el altar de Venus".
Mandamos llamar a un eminentísimo físico egípcio que habitaba en el país de los caldeos. Llegó una noche, a bordo de una extraña nave con las velas negras. Le administró el eléboro y operó a la muchacha sin sufrimiento. Han pasado trenta años de aquello.
Ahora, ni el feroz viento de los siglos podrá arrancar jamás la imagen de la Belleza que yo fijé en los brazos de mi Venus. Dentro de mil años seguirán vivos para las generaciones y su contemplación .

viernes, 16 de mayo de 2008

Miradas

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Un día subes al metro. No hay mucha gente porque la parada donde lo tomas es una de las últimas, o de las primeras, según se vaya o venga a la ciudad. Te sientas. No has querido meter en el bolso el libro que te estás leyendo porque vas a una entrevista de trabajo. Es muy grueso y tampoco te interesa tanto. Te ha costado mucho levantarte esta mañana para cruzar la ciudad bajo tierra y asistir a la entrevista.

Elegir la ropa que ponerte tampoco ha sido nada placentero, ya hace mucho que la única emoción que sientes al tener que tomar una decisión, por pequeña que esta sea, es hastío y desgana. La ropa de tu armario es la misma desde hace ya varios años. Entre las prendas que te sueles poner hay algunas que esperan su turno desde tu último cumpleaños, o Navidad. Pero jamás te las pondrás. Parecen animales muertos colgados de sus ganchos.
Lo peor de todo son los zapatos, todos están desgastados o deformados por el uso. Tus pies tampoco parecerán nuevos, claro, pero no se ven desde fuera. Pasas de largo, no antes sin pensar que los tendrás que limpiar, quizá podrías cambiarles los cordones... demasiado esfuerzo. Vas directa a la ducha. Antes, hace ya no sabes cuánto, una ducha era eso: "pim-pam" y siempre salía alguien nuevo de ese proceso. Ahora, ir al baño es como tener que planificar la conquista del África oriental. Las uñas crecen más rápido de lo habitual, el pelo está envejecido, al igual que la piel de tu cara, marchita y gomosa como los asientos de un sofá de una familia numerosa. Ya no sonries al espejo porque te ves la dentadura. Casi no recuerdas cuando tu esmalte era blanco, liso, de confianza. Hoy,lo que no está movido está podrido y cada vez que te metes el cepillo en la boca tienes la mala premonición de que va a quebrarse algo hasta convertirse en arenilla.

El tren ya ha dejado atrás la mitad de las estaciones de la linea. El vagón se ha llenado casi sin darte cuenta. Entra una pareja joven, un poco menos que tú. La mujer lleva una bebé en un carrito mientras su marido carga con dos bolsas de plástico del supermercado. No puedes evitar mirarles. Parecen felices, han hecho alguna cosa con sus vidas; la han dado a otro, a su hijo. Incluso el amor es posible. Pero para ti casi nunca lo fue, o al menos casi nunca duró lo suficiente como para afirmar que fue amor. Sin embargo, el deseo no ha muerto. Y eso es lo que más daño te hace. Antes siempre había alguien que te decía que eras observada. No sentías la necesidad de buscar la mirada de nadie, quizá porque el miedo a encontrarla anulaba esa necesidad. Pero hace mucho que no te tocan ni te besan. Decías que eso, el amor, era lo último, lo de menos. Había otras cosas en las que pensar y para el amor siempre habría tiempo.

Al fondo del vagón ves un muchacho. Es guapo, tu tipo. Lo miras. Incluso lo miras cuando las miradas se cruzan una vez en la diminuta geografía del vagón. Pero ese momento fue tan sólo un segundo y ahora ya no te mira. Tu lo sigues mirando y él... Cerca de ese chico hay una muchacha. Tiene el pelo bonito, pero viste con muy poco gusto. Se atreve a llevar esas prendas tan ajustadas a pesar de que está algo rellenita. No es que tenga mal tipo, no. Se le adivinan unos pechos duros, tiene las caderas anchas y piel fina y los labios gruesos. Tú, diez años atrás, más o menos la edad que tiene ahora esa chica, eras mucho más atractiva que ella. Todavía lo eres, te lo dicen.

Vuelves a mirar al muchacho y te das cuenta de que él la mira a ella. Es una mirada de deseo, de una lujuria robada que te perteneció a ti hace diez años. ¿Cómo no se da ella cuenta? No le quita los ojos de encima, la manosea con la vista, incluso tiene la boca entreabierta, como si se la estuviese comiendo, así, poco a poco, chupando cada tuétano de sus huesos. Nadie parece darse cuenta, nadie excepto tú. ¡Mira!, se ha tocado los genitales, el muchacho, lo has visto, crees, bueno...no estás segura. En todo ese vapor de fuego también brilla algo que no es del todo animal.
El metro se detiene en una estación y la chica se baja. De nuevo queda el muchacho sólo al fondo del tren y de nuevo le miras. Realmente es guapísimo. Le dibujas con los ojos la forma de su cráneo, el color de su pelo; buscas la dureza de su pecho, el firme de su cintura, adivinas su espalda, sus tobillos, su sexo. Te dijeron una vez, o lo leíste, que si alguien mira la nuca de una persona insistentemente, esta acaba por darse la vuelta y buscar los ojos que le observan. ¿Será lo mismo con la frente? El muchacho tiene la cabeza baja, ha quedado absorto, mirándose la punta de sus zapatillas. Y tu miras, y miras, y entrecierras los ojos intentando proyectarte en él: "Hé, hola, soy yo. Qué guapo eres, me gustas, me gustas..." Y te quedas así, un par de segundos. Pero el muchacho no te mira, ni siquiera cuando, lanzando un salivazo en el suelo, baja del vagón en la siguiente parada.



miércoles, 14 de mayo de 2008

A bad end - Plumas de marabú

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I've been thinking, oh yeah, as usual: thinking, thinking again and again. And the only answer I’ve got from-all-that-thinking is a merely conclusion, an sparkling light in the dark.

My Lord:
I pray for someone who can drive me, my Lord.
Not driving me home, no, I need someone who saves me from this hell, this ordinary and private horror; someone able to be aware of my writings, teach me the way to write over my thoughts, plus ultra my thoughts, because they are becoming ideas in my head, perhaps voices of voices.

Atrezzo: And, as I pray, lots of true tears, almost honey tears, bloom from my red eyes down to my temples. I feel scary, later on I laugh, and then my nose gets blocked, and my hands, made a mass of comprised flesh, are almost a rock, a solid and white rock.

A voice: No master is going to appears in front of you and say: "Hey, I wil. Me: But I deserve it
A voice: “If everyone got all what they deserve, humanity would die from starving. Me: He’s right. I feel worse, even worse. Are you God? A voice: Silence. Me: Shall I ask you for a prove? A voice: Certainly....you are already MAD.


PLUMAS DE MARABÚ

Andaba yo esa noche revuelta, envuelta y disuelta en el edredón de mi cama ,sin saber por qué. Y juro que no era una de esas noches en las que el imsomnio me devoraba las oraciones llevándome a recorrer mi cama cien mil veces, en el sentido de las agujas del reloj; es más, había llegado a experimentar durante unos segundos ese momento que parece eterno, en que el cerebro se pone el pijama y se acurruca calentito, calentito en la pluma de sus sueños.
El caso fue que ese instante pasó, dando lugar a una necesidad física. No me refiero a orinar ( en este punto fui escrupulosamente instruída en mis años infantiles para hacerlo siempre antes de irme a dormir ); me refiero a esa otra necesidad física que en ocasiones tenemos las damas y que no es más que la de pasearse por casa, calzada con unos discretísimos tacones de aguja de 12 cm.
Al principio llevaba la bata puesta pero, a pesar de que la bata de invierno es una prenda que abriga mucho y que acompaña otro tanto en las expediciones nocturnas a la cocina, en busca de un vaso de agua; a pesar, digo, de los indiscutibles momentos de confort que proporciona una buena bata recia; regalo de algún cumpleaños indefinido, estampada a cuadros y pelotas chatas, mezcla de merino y algodón; no pude evitar reconocer que ya no andaba en consonancia con mi simpático calzado. Y como a mí me gusta ir siempre arreglada del todo, decidí quitármela. Entonces sentí frío y fue porque, a parte de la bata y de los tacones, no me cubría el cuerpo más prenda que un anillo enorme de oro, con un rubí tallado de las dimensiones de un garbanzo cocido, regalo de un magistrado retirado. Y es que las joyas visten mucho, pero no abrigan otro tanto.Suspiré un momento y entonces hice lo más natural: saqué del cajón de los calcetines un par de medias rosa "panti", bordadas sobre red, con unas manzanitas de seda blanca en las que, alternamente y sin dar sensación de patrón, aparecen unos conejitos o cabras pigmeas que juegan al mus. Me las enfundé enseguida, claro, y sentí como el calor envolvía mis piernas en una sinfonía casi pornográfica de carne, de frutas y de cabras ludópatas. Cubrir el pecho fue algo más dificil, pues el marabú de plumas de flamenco añil ,que suelo acompañar con las medias en esas ocasiones, lo tenía en la tintorería. Di un rápido repaso al vasto y poblado universo de mi armario y me decidí a llevar un maravilloso abrigo de lana negra. ¡Qué pieza! Tenía un fabuloso corte, de tacto tan sedoso como el puvis de un adolescente, brillante y sin botones; hecho a medida en 1913 para la mujer de un boticario de pueblo, a la cual tuve la suerte de conocer en una visita benéfica a un asilo de ancianos. Cierto es que prometí a la vieja, una entrañable abuelita ciega, que si me compraba dos números del viaje de fin de curso y me prestaba el abrigo esa noche, volvería a visitarla a la mañana siguiente; pero algunos asuntillos me retuvieron un pàr de años y cuando regresé al asilo, el lugar de su cama lo ocupaba una máquina de cafés y chocolates, automática y estupenda, en torno a la cual se arremolinaban las monjas celadoras, para sentirse, creo yo, más genuínas y más ellas : como embargadas por los aromas del torrefacto que recuerdan tanto a la Colombia y al África de las misiones.


martes, 13 de mayo de 2008

La culpa és del mestre (extracte d'una carta)

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... I vostè creu que la meva és una generació de somni?


Jo, senyoreta, sóc un dels mal anomenats primers fills de la Democràcia, un que va iniciar els pàrvuls amb la Constitució espanyola. En mi, en la meva formació, en la meva ànima, si vol, i en el meu pensament es van posar en pràctica totes les primeres idees o somnis de canvi que vostès, els mestres dels anys setantes i vuitantes del passat segle, van creure més encertats. I dic “van creure” amb el més pregon dels respectes perquè en els nostres dies, l’ús d’aquest verb sovint no va associat al menester de l’ensenyança. Els homes i dones de la meva generació som allò que més s’assembla a la NASA en qüestió d’experiments. Vam ser els primers que vam rebre l’ensenyança en català, els nens d’avantgarde, formats mental i moralment amb un poti poti de realitats lingüístiques. En el meu cas, d’una banda, i sempre a l’escola, la veu melodiosa d’en Xesco Boix que cantava allò de “Quan jo tenia pocs anys / el pare em duia a la barca...” —Mai podré estar prou agraït a la meva senyoreta Elvira per haver-nos posat “una placa” a classe amb les cançons d’aquell cantautor, que s’acabaria suïcidant pocs dies abans d’atendre el seu compromís amb la nostra escola—. I per l’altra, de banda, la veu de Perlita de Huelva, cantant allò de “Precaución, amigo conductor / la senda es peligrosa”, sortint del transistor de la meva mare. I és que jo, a més de la pega de ser fill de totes les nobles situacions històriques esmentades abans, també ho sóc dels meus pares, que són extremenys, i que vingueren a Catalunya el 1962, impel·lits per l’afany de prosperar i que van tenir la sort de veure realitzades les seves aspiracions ,en vida, el dia en que vam tenir a casa un aparell de televisió propi. I ho dic molt seriosament, perquè avui tenim de tot i, potser per això, no som capaços de materialitzar els nostres somnis.
Doncs bé, tot aquell “progressisme intel·lectual” al qual vostè es refereix, i que es dividia entre els partidaris de Giner i dels europeistes, poc ha pogut fer davant de la gran crisi de la docència que pateix aquest país. I no sóc cap derrotista ni tinc cap bony abúlic a l’ànima quan ho dic, només cal obrir una mica els ulls. I jo els obro, i com!, en escoltar les criatures quan es barallen, el que diuen, o en no escoltant-les, que es pitjor, quan romanen parades davant la televisió: aquell somni tan perillós que van veure fet carn els meus pares. De sempre les criatures han estat naturaleses cruels però els que pugen ara, a més, ho volen ser d’ignorants i de criminals. Què, no? Hi ha honroses excepcions, és clar, però els mestres poc poden fer davant la malaltia social que patim i que no goso de posar nom perquè cadascú n’hi posa un, i tots els noms titllen de “istes” els que li posen, d’una manera o una altra.
Arribats aquest punt, crec que és millor un món sense educació que un món amb una pèssima educació, com anem endegant, això sí, amb tots els drets que, sens dubte i sense possible discrepància, mereixem.

I amb tota aquesta parracalauraca vull dir que res és culpa de ningú i, per tant, malgrat totes les bones actuacions que es van fer durant els anys de la meva escola, malgrat les diverses posicions que poguessin adoptar aquells que van recollir el testimoni de la dictadura i el van truncar en democràcia, avui dia jo formo part de la generació més insulsa i endeutada en el benestar superficial, del qual fa propaganda, quasi bèl·lica, la televisió i els medis de comunicació, en general. Una generació de mentida podrida, un fals somni. Cervells que només entenen el món si el veuen del color del plasma, d’altra banda, el més bell i noble dels somnis que podia tenir una parella de noucasats els anys 60.


Tot plegat, una ironia.

martes, 6 de mayo de 2008

La eterna presencia

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Ahora, después de la preocupación y antes de la ocupación,
veo que no depende todo de mi, de mi eterna presencia,
esa con la que vivo negras las horas del día: observándome, preguntándome.

Y Lucas dirá de ÉL que dijo:
"Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios


Nos creemos, te creo y me crees que somos
(tu también)
el centro del universo.
Y la gravedad en torno a ti, de mi, que yira-yira, entrándote (nos) por las fosas nasales.
Y un remolino bum-bum, sórdido que sale de tu pecho, de mi pecho, y que es como la caja de un juguete que jamás quisiste, que hace tiempo que se disolvió en la boca del cubo de la basura, y del que sólo queda en el cartón, melancólica y brillante, la sonrisa de una niña de los años setenta.

"First I was affraid, I was petrified..."
La oyes en la oscuridad de una habitación en donde sólo yaces tú, o yo, pegado a una lágrima que se desliza fría, paralela a tu nariz.
Dejas de creer y te olvidas: te desa.cti.va.s.

Pero un día, quien-carajo-sabe-por-qué, te topas con tu estrella , la presencia agena: el otro...
Sales de ti mismo, o vuelves a ti mismo, para mezclarse con el paisaje, ser el blanco de un beso o la piel vibrante del tambor de una caricia;
Y te oyes nacer más allá del llanto, porque se abrieron tus oídos (effathá, que diría Él)

Y pides un favor, confias en ti, porque oyes que otro corazón (esa eterna presencia) también late solitario. Te conmueves, ya estás conmovido, porque no es el tuyo en ti, el mío en mi, sino que es el tuyo, el mío en el otro.

Mi hermana me ha ayudado, ha cogido el arado y no ha mirado atrás.
Lucas dijo "digno"; yo diría dignidad.