jueves, 28 de junio de 2007

El Magnetismo animal de Franz Anton Mesmer

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ESTE pensamiento cuya anatomía está compuesta por diminutos impulsos eléctricos, descarga ahora toda su energía en mi aterrado sexo.



Las luces se aproximan unas a otras definiendo la imagen del deseo y adquieren tu forma en mi mente.


Ya destila mi boca la saliba que no cubrirá tu piel esta noche. Ya mis ingles calientes se endurecen, intentando atrapar tu vientre blanco.

Un eterno fotograma con la imagen de tu olor y el sonido del vello de tu sexo vibrando en mis mejillas se proyecta sobre el blanco incandescente de esta ansia mía.

Así es esta noche animal: la noche en que el magnetismo de Franz Anton Mesmer abrasa mi boca vacía de ti, oculto entre las sábanas que cubren mi cuerpo sin furia, mi solo cuerpo.

martes, 19 de junio de 2007

Skerryvore: Latitude 56° 19.4’N

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Entre los meses de noviembre de 1997 y junio del siguiente año viví en una ciudad costera de la Inglaterra del Sur llamada Bournemouth. Era esta una pequeña y fungiforme mancha en el mapa del condado de Dorset, dotada de un certificado de nacimiento dieciochesco, una tradición hotelera de cierta importancia y un Pier (especie de pasarela de recreo sobre el mar) que se adentraba 25 metros en la costa y en el cual habían muerto representantes de todas las generaciones, arrebatados por una ola en una mañana lluviosa.
Pero lo más remarcable de Bournemouth era su tranquilidad. Cuando a las cinco de la tarde el viento soplaba sobre mar y traía la niebla a The Hill (la parte más alta de la ciudad) se podían escuchar con toda claridad los tintineos de miles de cucharillas removiendo el té de las tazas de los jubilados: Una melodía de alpaca y aluminio con algún trino de plata.

En Bournemouth sufrí los primeros meses el mal de la soledad. No conocía a nadie, y era incapaz de iniciar cualquier tipo de relación porque no hablaba casi nada de inglés.

Pude volverme loco, pero me salvó el que me dedicara a ocupar mi tiempo en descubrir la ciudad a través de su historia. Sabía que el Destino me había llevado allí por alguna razón así que supongo que decidí soltarme. Con paraguas y plano en mano recorrí todas las calles y caminos de la ciudad y descubrí lugares y personajes que me han acompañado desde entonces hasta formar parte de mí mismo, de mi propia historia. Como Chang Wu Gow, (1840s - 1893) , un gigante chino que había muerto en Bournemouth, a donde se había retirado, después de pasarse media vida trabajando en un circo y haber conocido a todos los reyes y emperadores de su época. Otros de los personajes que también me acompañaron fueron Mery Schelley, la creadora de Frankenstein y Thomas Hardy, el poeta. Pasé muchas tardes leyendo en un banco, al lado de la tumba de la primera, y fui en busca del perfume de las lilas de Bournemouth que Thomas Hardy describe tan maravillosamente en su libro "La Mano de Adalberta".

Pero la historia que más grandemente me llegó fue la de Skerryvore. Tanto es así que he adoptado el nombre como un tercer apellido.

Muy cerca de donde yo tenía mi habitación había vivido durante unos años Robert Louis Stevenson (La Isla del Tesoro) en una casa a la que el escritor había bautizado como Skerryvore. En ese lugar Stevenson había acabado Doctor Jeckil y Mr. Hide. El nombre de Skerryvore me causó mucha curiosidad: la misma que provoca a todo aquél que lo oye por primera vez, supongo, y decidí saber si tenía algún significado.

Lo tenía: era el nombre de un faro que había construido Allan Stevenson, en Escocia. Este Allan no era otro que el abuelo de Robert Louis. "Así pues, la residencia del escritor llevaba el nombre de un faro escocés...". Pensaba esto cuando dos personas se acercaron lo suficientemente a mi como para poder escuchar su conversación y entonces me di cuenta de que era capaz de entender casi todo lo que decían. El idioma había penetrado lo suficiente en mi cerebro y ya podía encadenar palabras y hacer frases con las que podía, más o menos, expresar lo que yo quería decir. Entonces dejé de lado la soledad y los paseos al cementerio (he retomado esas amistades muchas veces, después de aquellos días), pero todas aquellas historias se hicieron viejas en mi experiencia personal y como eran frágiles las tomé mucho cariño, porque habían sido las únicas compañeras de mi soledad, me habían distraído, interesado y librado de la locura.

Skerry significa "aterrador" y vore es una antigua palabra que designaba "la costa, la orilla": un poco como mi situación personal durante los primeros meses de aislamiento forzoso. Yo había sido como ese faro solitario, que aguantaba los envites de las olas del mar escocés. Yo también había sido una torre fuerte, paciente, triste pero llena también de orgullo, que se resistía a desaparecer en el océano de la soledad.


Así que adopté el nombre para no olvidarlo nunca.

La Nao Sísifo

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Bellos y matemáticos, discontinuos y frágiles como pompas de jabón eran los propósitos que medí anoche con el compás de la esperanza mientras trazaba la ruta de esta nave. Ahora se amontonan frente a la escotilla de emergencia, expandiéndose y atropellándose los unos con los otros. "Nada es diferente", me digo. También esta mañana (como la de ayer y como la del ayer de ayer) recuperaré todas las cuentas de cristal perdidas para hilvanarlas al hilo de la desesperanza con temblorosas manos.
Es difícil mantener firme el timón, no rendirse al canto de las sirenas. Hace ya muchos años que este mi barco mercante va a la deriva: sólo, sombrío y sin sueños. Su nombre es Sísifo.

Aún así, la mañana es fresca. Estamos en junio, un mes simpático. Sí, hoy es un buen dia para pegar un tiro a esas zorras homéricas, perder el rumbo, dinamitar el barco y echarse a volar.

domingo, 17 de junio de 2007

Ian, the brazilian boy.

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Los juramentos están hechos para romperse. Un juramento trae consigo un secreto, un pacto entre dos, aunque sea con uno mismo. Generalmente se jura por algo, sobre algo o en nombre de algo y siempre acostumbra a ser algo que se valora sumamente.
No creo que haya nada más sagrado para un buen hijo que su madre. Jurar por ella es temerse lo peor si se quiebra el juramento. Cuando la madre está muerta el valor del juramento no decrece, al contrario: aumenta considerablemente. Una madre muerta es mucho más sagrada que una viva por el simple hecho de que ya no puede causar decepción alguna que tiente a romper el pacto. Los ojos de la madre muerta vigilan en los portaretratos... Te veo!

Por eso no puedo romper el juramento que le hice a Ian hace unas horas.

Supongo que yo también fui así, sentí así. Supongo que yo también fui él. Nos repetimos en los demás, si tenemos memoria y cierta sensibilidad. Y me alegro de haberme encontrado esta noche con Ian porque ha sido como darme de bruces con una parte de mi de hace muchos años.

Ver, comprender, sentir, recordar...Un sentimiento de culpa menos, una redención para mi alma: un descuento en el precio del billete de ida al Paraíso.

sábado, 16 de junio de 2007

El Doctor Muerte

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Tengo que visitar a mi médico, el doctor E.
Él no te mira, sólo habla, y sabes que es él quien te habla porque vibran los pelos de su bigote. Hay que fijarse mucho pero si estás atento puedes ver cómo cada trece segundos, matemáticamente, un ligero vientecillo altera la correcta posición de los flecos de su moustache.
Aunque es mejor así, que no te mire. La última vez que vi sus ojos me mandó a la báscula.

-Vaya y péselo- ordenó a la enfermera-. Verá -comenzó diciéndole a mi esposa-, cuando enviamos a la báscula a un paciente que viene a la consulta de un encólogo es para poner al día a la familia de cuando y como va a... Existe la posibilidad de operarle, claro, pero la cosa está muy avanzada. Que no fume, todavía le podemos extirpar un pulmón, quizá un riñón. ¡Oh, vamos, fortaleza señora, se puede vivir con un sólo riñón! ¡Ojalá fuera sólo eso! La quimioterapia le hará trizas, seguro, pero vale la pena intentarlo. Déle estas si sufre, o si sangra. Si sangra lo hará por todos los orificios de su cuerpo, no se asuste, eso es de lo más normal en estos casos. En realidad sus entrañas son parecidas a... ¿cómo le diría?, a una magdalena mojada en el café-.

Parece ser que el doctor estaba releyendo a Proust últimamente.

-Hay que tener cuidado con los desprendimientos- continuó diciendo-. Será rápido, a lo sumo seis meses, pero no llore por favor y ¡ánimo, que ya queda poco! En el hospital tenemos un grupo de apoyo, hay mucha gente como ustedes, no son los únicos que pasan por esto. Ahora hay que centrarse en la calidad de vida de su marido. No tendrá mucha, claro: los dolores serán espantosos. ("Espantosos" cae exactamente en el segundo 13).

Ruido de nudillos contra la puerta, detrás aparecen la enfermera y el enfermo. -Ya estamos aquí, doctor.
- ¿Y bien?
- 65 kilos 300, doctor.
- Mmm, excelente, excelente ¿no es así?

Tu Nombre

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Con ellas nos crean o nos aniquilan, de un aliento. Con ellas nos traen la paz de la risa, el fin del "in" de la indecisión : más grande que las vueltas de este mundo son, más que la conciencia del ser no niño, que tanto duele.
Las palabras, el nombre, tu nombre en tu voz, siempre tu voz. "Lorem ipsum vim ut utroque mandamus... Etc. " La matriz es de oro cuando chapotean sus letras en los charcos de tu saliva.

Una vez te "hice" una poesía. Era la primera que escribía sin que el objeto de la belleza fuese el cadáver de una imaginación de adolescente. Y yo, que sabía de tus limitaciones, sólo esperaba que me revolvieses el cabello, como si fuera un niño que presenta un corazón dibujado a su maestra.



Aquellos versos habían flotado en la hondura de unas lágrimas. La voz, la palabra de mi nombre en tu voz los habían creado para que fuesen inmortales, viento cósmico, únicos como las rayas de una cebra.

Pero me reñiste. Para ti aquellos versos eran sólo mierda entorno a tu nombre. T-U nombre, el que yo veneraba ,adornado con las filigranas del mio.

Gasté toda mi fortuna en tu dulce nombre. Aquella noche pagué el revolcón a la Inspiración y fui un pobre deshauciado cuando lo borraste de mi poesía de un manotazo. Todo para que no leyesen otros las letras de TU nombre envueltas entre aquellos pedazos de osadía.

domingo, 3 de junio de 2007

El grano de mostaza

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No hay semilla más pequeña que la del árbol de la mostaza y sin embargo, después de germinar, crecer y crecer, se convierte en un árbol gigantesco.
Todavía, ¡todavía! se atreven a decir que el ser humano ha evolucionado. És inmoral creer eso; este mundo da verdadero asco. Hay que estar loco, o ser un ignorante (lo mismo que un "feliz") para no darse cuenta de la porquería que rezuma por todos lados. El ser humano... ése. Qué pequeño es su mundo, sus ambiciones dulzonas, su paraíso el dinero; su infierno, la conciencia.

No insistas, déjame, ni siquiera puedo abrir los ojos. No me pegues más, déjame, o mátame. No, eso no, claro: ya estoy muerto. Sólo puedo decir que era un cuento, algo parecido a un cuento... pero no puedo recordar sus detalles, la trama. ¿La premisa? Quizá sí, venía a decir que lo pequeño puede contener en sí mismo algo grande y majestuoso y también terrible, terrible de verdad.
Pero, grande o pequeño, lo que queda de las cosas tas la muerte es un tembloroso y sencillo espejismo de vapor, la vida. Los remolinos de aire que elevan la mariposa entre las flores, forjan un huracán al otro lado del mundo. Y lo único común a todas las criaturas es la muerte, la muerte. Cuesta mucho aceptarla, pero también las mariposas, vestidas de glorioso sol, se lanzan con sus cuerpos en ele al pico de una golondrina. Y son más bellas que él, y que yo y que tu también.