La Nao Sísifo
Bellos y matemáticos, discontinuos y frágiles como pompas de jabón eran los propósitos que medí anoche con el compás de la esperanza mientras trazaba la ruta de esta nave. Ahora se amontonan frente a la escotilla de emergencia, expandiéndose y atropellándose los unos con los otros. "Nada es diferente", me digo. También esta mañana (como la de ayer y como la del ayer de ayer) recuperaré todas las cuentas de cristal perdidas para hilvanarlas al hilo de la desesperanza con temblorosas manos.
Es difícil mantener firme el timón, no rendirse al canto de las sirenas. Hace ya muchos años que este mi barco mercante va a la deriva: sólo, sombrío y sin sueños. Su nombre es Sísifo.
Aún así, la mañana es fresca. Estamos en junio, un mes simpático. Sí, hoy es un buen dia para pegar un tiro a esas zorras homéricas, perder el rumbo, dinamitar el barco y echarse a volar.
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