Ian, the brazilian boy.
Los juramentos están hechos para romperse. Un juramento trae consigo un secreto, un pacto entre dos, aunque sea con uno mismo. Generalmente se jura por algo, sobre algo o en nombre de algo y siempre acostumbra a ser algo que se valora sumamente.
No creo que haya nada más sagrado para un buen hijo que su madre. Jurar por ella es temerse lo peor si se quiebra el juramento. Cuando la madre está muerta el valor del juramento no decrece, al contrario: aumenta considerablemente. Una madre muerta es mucho más sagrada que una viva por el simple hecho de que ya no puede causar decepción alguna que tiente a romper el pacto. Los ojos de la madre muerta vigilan en los portaretratos... Te veo!
Por eso no puedo romper el juramento que le hice a Ian hace unas horas.
Supongo que yo también fui así, sentí así. Supongo que yo también fui él. Nos repetimos en los demás, si tenemos memoria y cierta sensibilidad. Y me alegro de haberme encontrado esta noche con Ian porque ha sido como darme de bruces con una parte de mi de hace muchos años.
Ver, comprender, sentir, recordar...Un sentimiento de culpa menos, una redención para mi alma: un descuento en el precio del billete de ida al Paraíso.
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