Amigo mío
Londres es viejo; un polvoriento León de peluche que apesta a humedad. Ruge ronco, preso de una virulencia en la palabra ni ensayada ni espontánea, es decir, artística.
Londres apesta un poco, a húmedo, y su pelaje está lleno de calvas, algunas en lugares de su geografía felina que más vale callar para ahorrarse el triste espectáculo de ver los despojos de una fiera haciendo pucheros.
En Armoury Way y en Barnes Street quedaron mis cenizas. Allí siguen plantadas nuestras cicatrices de juventud, aquellas que ya nunca más florecerán.
Londres ha sido nuestro gran amor,
aquel que se desprecia porque ya es costumbre, más que amor.
Londres en formol, la momia de Londres, Londres de raído mármol:
Su nombre es la escultura blanda de un atleta muerto,
un busto de padre de vacías pupilas.
Viejo papá London: ese al que tú y yo, ahora-
en nombre y causa de todos los días pasados-
le levantamos la mano.
Londres apesta un poco, a húmedo, y su pelaje está lleno de calvas, algunas en lugares de su geografía felina que más vale callar para ahorrarse el triste espectáculo de ver los despojos de una fiera haciendo pucheros.
En Armoury Way y en Barnes Street quedaron mis cenizas. Allí siguen plantadas nuestras cicatrices de juventud, aquellas que ya nunca más florecerán.
Londres ha sido nuestro gran amor,
aquel que se desprecia porque ya es costumbre, más que amor.
Londres en formol, la momia de Londres, Londres de raído mármol:
Su nombre es la escultura blanda de un atleta muerto,
un busto de padre de vacías pupilas.
Viejo papá London: ese al que tú y yo, ahora-
en nombre y causa de todos los días pasados-
le levantamos la mano.
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